sábado, 5 de octubre de 2024
20241004_juguemos_juntos_728x90
20240920_mh_amnistia_fiscal_728x90
20240813_lechematerna_728x91
20240710_minsal_dengue_300x250
20240701_vacunacion_300x250
20231124_etesal_728x90_1
domfuturo_netview-728x90
20240604_dom_728x90
20230816_dgs_728x90
20230601_agenda_primera_infancia_728X90
DOM AENOR
  • 19
  • Sep 2016
Opiniones

Esta semana el presidente dijo que tendrían que quitar algunos subsidios porque las finanzas del Estado están malas. Lo cual me hizo sentir bien. Decir esto no es lo políticamente correcto pero es lo real, ya que considero que los subsidios son una forma de denigrar a los individuos, no de dignificarlos como muchos creen y otros quieren vendernos.

En muchos de los discursos políticos, tanto de izquierda como de derecha, se habla de los subsidios como una solución para combatir la pobreza. Sin embargo, no es cierto. Principalmente porque esta implementación es estatal.

Los pobres aparecen en todos los discursos demagógicos como las víctimas, sobre todo de un sistema capitalista que los explota, los denigra, etc. Pero el capitalismo hace todo lo contrario, es el único sistema capaz de sacar del estado de pobreza a los individuos porque permite que éstos alcancen sus objetivos por cuenta propia, además los dignifica porque es mentira que las regalías que da el populismo a través de subsidios y programas sociales dignifiquen a alguien, eso solo los convierte en víctimas cuando no tienen por qué serlo, subestiman el poder individual.

El problema con los subsidios es múltiple, para comenzar los subsidios son fuente de dependencia ya que dan a las personas algo sin esfuerzo previo, con la excusa que son pobres y que lo merecen. Eso crea en muchas personas esa mentalidad de desconfianza en sí  mismos porque ni modo son pobres. La comodidad entonces, se vuelve el resultado de estos programas, y no en una ayuda para que los individuos quieran salir del estado.

Para comprender esto debemos decir que la pobreza es un estado, no una condena. Si  esto fuera cierto, muchos empresarios actuales no tuvieran sus negocios. Muchos de estos, seguramente se vieron en la necesidad de buscar por sus propios medios de cómo subsistir y así decidieron hacer algo de lo que sabían o les gustaba y poder ofrecer a otros un trabajo, producto o servicio.

Además, los subsidios vienen de dinero de otros que es arrebatado a través de los impuestos, por la fuerza porque si alguien no paga sus impuestos puede hasta ser encarcelado. Justificando estas medidas los políticos aseguran que esto es por el bien de los pobres y que quitarnos el dinero, nos hace solidarios. Falso, también.

La solidaridad no es algo impuesto, es voluntario, si nos obligan a hacer algo, por muy buen objetivo que tenga, no puede ser solidaridad. Pienselo, si usted pudiera elegir entre dar el dinero al estado para ayudar a los pobres o a una ONG, ¿a quién se lo daría?

Esto, porque sabemos que el Estado no es un buen administrador de recursos y que no garantiza los derechos para los que fue creado: vida, libertad y propiedad privada. Entonces, ¿por qué permitir que ellos se conviertan en los ejecutores y administradores de algo que es extra a sus obligaciones?

Lo políticamente correcto, es vender la idea de que los subsidios ayudarán a salir a los pobres de ese estado. Pero, no soy política. Por lo que como ciudadana me veo en la obligación de decir lo que no quieren escuchar.

Entiendo, que muchos consideran que quienes ya cuentan con este “beneficio” será un golpe; y es cierto. Sin embargo, apoyar este tipo de medidas, me haría subestimar el rol del individuo y su enorme capacidad para salir de los problemas. De verdad, ¿consideramos que un individuo al quitársele esta ayuda se dejará morir? Yo no lo pienso así, yo tengo fe en los individuos y su capacidad de salir adelante.

Sandra Cárcamo columnista de curul 85