En un artículo pasado, cuestionaba hasta cuándo el gobierno se haría responsable de sus obligaciones como los máximos dirigentes del país y quienes deberían solucionar la profunda crisis en la que estamos, producto de malas decisiones, despilfarro y crecimiento desmedido del gasto público.
Pero como la conducta de culpar a la oposición – que tampoco están libres de pecado – sin asumir ni un ápice continúa, si en mis manos estuviese, no le aprobaría más deuda a este gobierno.
¿Por qué? Porque entonces sería cómplice de su irresponsabilidad, de su mala administración. No es posible que se recurra a emitir deuda para pagar Fodes por ejemplo, cuando todos sabemos que ese dinero viene del ingreso corriente. ¿Dónde está ese dinero?
Recuerdo que una vez, mi padre me había dado dinero para pagar ciertas cosas del hogar. Yo, un adolescente rebelde en aquel entonces, lejos de cumplir la obligación, me fui de fiesta con mis amigos. Luego no tenía dinero para pagar nada. ¿Qué hizo mi padre? Me puso a trabajar hasta devolver el último centavo gastado. Es decir, una lección a mi irresponsabilidad de aquel entonces.
Será complicado imaginar de donde más se puede obtener dinero para solventar obligaciones, pero no cabe duda, que es irresponsable sacarle al ciudadano más de lo que ya aporta.
Y aunque la solución no parece ser otra que aprobar más deuda, nosotros los ciudadanos, que la hemos de pagar, deberíamos preguntarnos también ¿debemos fomentar la irresponsabilidad de nuestros gobernantes? Yo por lo menos no.